Del cementerio a la cripta
Se conmemora este año el centenario de uno de los cementerios más bonitos de Cataluña, o cuando menos uno de los más singulares y artísticos. Situado al pequeño núcleo deOlius, en el corazón del Solsonès, a unos cinco kilómetros de la capital de la comarca por la carretera de Berga. Inaugurada en 1916, esta original necrópolis modernista fue diseñada por el arquitecto diocesano Bernardí Martorell, discípulo de Gaudí, adaptando una idea del mosén erudito Serra y Vilaró, el cual había sugerido aprovechar como último domicilio de los vecinos de las masías diseminadas que integraban la parroquia una parcela cerca de un torrente. El terreno rocallós fue acondicionado para alojar los traspasados, en sepulturas soterradas o dentro de agujeros practicados en aquellos pedruscos. El espacio recuerda hasta cierto punto un jardín oriental e invita a pasear, con el ademán circunspecto que hace al caso, por en medio de los cipreses y los arbustos arraigados en el berrocal, admirando las cruces esculpidas con líneas retorcidas y curioseando las inscripciones de las lápidas, consciente el visitante de encontrarse en el interior de una obra de arte o un monumento, mientras se pondera la brevedad de la vida, si bien sin la sensación lóbrega que acostumbra a sobrevenir tan pronto como uno se adentra en cualquier otro recinto funerario.
La visita turística –siempre vale más que sea turística o cultural, la visita a un lugar donde descansan a los difuntos– puede ser completada con un vistazo en la iglesia que se levanta allí a tocar mismo. Sant Esteve d'Olius fue erigida sobre una capilla prerrománica a instancias del conde Ermengol IV de Urgell, que quería en aquel paraje apartado un templo suntuoso, que dispusiera de una cripta como la de Sant Vicenç de Cardona. Consagrada en 1079, de esta bella fábrica románica destacan la estructura sencilla y las líneas armoniosas, un ábside redondeado con arquerías y, sobre todo, la maravilla de una cripta de aspecto rústico, factura primitiva y elemental, consistente en una serie de bóvedas de sillares sostenidas por seis columnas muy toscas, que contienen una oscuridad misteriosa. Se puede acceder al templo cada día entre las 10 y las 17.30. Con respecto al cementerio, no hay un horario de apertura establecido, pero si se encuentra la puerta de hierro cerrada sólo hace falta pasar el pestillo y entrar.
Coincidiendo con el centenario del cementerio de Olius, vale la pena ir a ver al Museo de Solsona, ras de catedral, una exposición (hasta el 8 de enero) sobre la figura y la obra de Bernardí Martorell, autor del proyecto del cementerio, contratado en 1915 por el obispo Vidal i Barraquer como arquitecto de “cabecera” asignado en la diócesis, un trabajo no muy retribuido pero de prestigio. Se muestran planos, fotografías antiguas, textos informativos, un audiovisual sobre el templo de la Escuela Pia de Sabadell, compendio de su estilo y talento, en más de varios objetos que diseñó, como uno de los bancos de la capilla del Claustro, una custodia de plata con esmaltes y joyas para la catedral de Tarragona o el báculo del obispo mencionado.