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Olor a lluvia o petricor: qué es y por qué nos gusta

Imagen de archivo de un día de lluvia - Europa Press - Archivo

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El petricor, o el olor a lluvia, despierta una sensación de satisfacción común en muchas personas cuando, tras un tiempo de sequía, las gotas caen sobre el suelo seco y la vegetación sedienta. Este fenómeno meteorológico lleva consigo una fragancia especial, compuesta por varios olores como la tierra mojada y la humedad, deleitando nuestros sentidos.

Este característico aroma tiene una explicación científica: el petricor. Se compone de dos elementos principales, el petricor en sí y la geosmina, presentes de forma natural en el suelo y las plantas. Estos componentes, al entrar en contacto con la lluvia, desencadenan una serie de reacciones que resultan en este olor único.

El petricor es un aceite liberado por ciertas plantas como parte de sus procesos metabólicos. Se encuentra en las hojas verdes y se acumula en el suelo y las piedras. Cuando la lluvia llega, el petricor se libera en un proceso fascinante: forma pequeñas burbujas dentro de las gotas de agua, ascendiendo hacia la superficie donde se dispersa en el aire, desprendiendo su olor.

El término "petricor" fue adoptado por geólogos australianos en 1965 y su proceso de liberación al aire fue descubierto en 2015 por científicos del MIT mediante cámaras de alta velocidad.

Además del petricor, entra en juego la geosmina, una molécula producida por bacterias presentes en el suelo, perceptible solo cuando se humedece la tierra. La combinación de la geosmina y el petricor, junto con partículas cargadas en el aire durante tormentas eléctricas, produce ese característico olor a "lluvia" que reconocemos en muchas noches de verano.

¿Por qué nos agrada este olor? Su agradable sensación tiene raíces en la evolución humana. En la antigüedad, el olor a lluvia significaba el fin de la temporada seca y el comienzo de la temporada de lluvias, una señal positiva para las cosechas. Esta asociación positiva se ha transmitido a lo largo del tiempo, convirtiéndose en una experiencia satisfactoria tanto para humanos como para algunos animales.

El olor a lluvia activa áreas del cerebro vinculadas a emociones y recuerdos antiguos, evocando sensaciones positivas arraigadas en la historia ancestral. Es un aroma que despierta conexiones emocionales profundas, siendo un recordatorio de la proximidad de tiempos fructíferos.

Este olor tiene una resonancia especial en el mundo animal, como en el caso de los peces, para quienes la presencia del petricor en el agua marca el fin del verano y el inicio de la temporada de lluvias, el momento ideal para la puesta de huevos.

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