Adiós al mp3
Acaban de leer el titular y ahora a muchos de ustedes les vendrán a la mente los aparatos que hemos mal llamado históricamente MP3. Estos aparatos eran ni más ni menos que dispositivos portátiles reproductores de música digital que sustituyeron los viejos y populares Walkman de Sony o los reproductores de discos compactos. Nada más alejado de la realidad.
El mp3, a pesar de la popular relación con el aparato, no es nada más que un formato de audio comprimido que desarrolló el Instituto Fraunhofer alemán y que salió a la luz, con este nombre, el año 1995. Pero tenemos que irno más atrás si queremos conocer el origen de este formado. Concretamente hasta a principios de los años 80, cuando el doctorando Karlheinz Brandenburg empezó a trabajar en un sistema de compresión de las ondas de audio para eliminar del espectro todas aquellas que eran imperceptibles por el oído humano. Así conseguiría un archivo comprimido con la misma calidad. Es por eso que al formato que salió, el mp3, se lo considera un formato de codificación con pérdidas, aunque estas difícilmente se encuentran en la escucha. A partir de mediados de los 90, y con unos archivos de audio que reducían considerablemente su peso, Internet, Napster y Winamp, programas de los cuales hablaremos otro día, hicieron el resto.
Hoy les explicamos que el Instituto Fraunhofer, que tenía el derecho de patente del formato, deja de dar licencias, por lo que desde hoy el sistema MP3 será un formato libre. ¿Qué implica que sea libre? Pues que sistemas que hasta ahora no lo podían reproducir por culpa de las patentes, como Linux, lo podrán hacer a partir de ahora. El hecho de dejar de dar licencias, además, deja en el aire el futuro de los aparatos de reproducción, ya que se desconoce si estos se arriesgarán a incorporar un sistema que nadie ya desarrollará, sobre todo si contamos con que ya existen codificaciones de audio más eficientes, como el AAC o el MPEG-H.
Decimos adiós, pues, al mp3, aunque los archivos seguirán siendo válidos, los podremos escuchar siempre que queramos, y no sufran, tardará otra generación en desaparecer del todo.