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IFR, Objetivo 2030: La sostenibilidad

Manel Querol Marco es responsable de infraestructuras y ciberseguridad de IFR. Hablamos con él de sostenibilidad en un sector, el tecnológico, que parece que tenga poco que ver

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El 25 de septiembre del año 2015, la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Esta agenda consiste en un plan de acción con diecisiete objetivos de desarrollo sostenible y que abrazan todos los ámbitos de nuestra vida, desde los económicos hasta los sociales y medioambientales. Implican un compromiso común y universal que las empresas también incorporan a sus estrategias de trabajo.

¿Manel, cómo empieza vuestra historia con la sostenibilidad?

Con la Agenda 2030, cuando planteamos incorporar una serie de acciones y de objetivos en la empresa, planteando cómo podíamos alcanzar estos objetivos desde una empresa de tecnología.

A menudo relacionamos la emisión de CO2 y la contaminación con la industria, de transporte o de alimentación, por ejemplo. ¿También contamina una empresa de tecnología?

Sí. Lo más directo son las emisiones de consumo energético, ya sea de concentraciones de máquinas o de centros de datos. Pensamos que a través de internet y las redes lo podemos hacer todo, pero detrás de todo eso hay máquinas que soportan grandes cantidades de contenidos, almacenan, analizan, y emiten mucho gasto energético. Otro punto de reducción son los desplazamientos: la pandemia nos ha enseñado que podemos hacer muchas cosas de forma remota, desde reuniones y colaborar en proyectos hasta acontecimientos y ferias.

¿Y cómo se empieza a cambiar?

Uno de los primeros grandes retos es el de concienciar a la empresa y los trabajadores, si no podemos caer en la tentación errónea que eso de la sostenibilidad es para grandes empresas. Para favorecerlo, en IFR hemos diseñado un pequeño programa sobre la plataforma de Microsoft Teams que, cuando el usuario está en una reunión en videoconferencia, y a través de varios parámetros como el transporte o la geolocalización, calcula el ahorro de emisiones y energía que se ha conseguido haciendo una reunión de forma telemática. Verlo en tiempo real ayuda a la concienciación.

Migrar los centros de datos de las empresas en la nube es una medida de ahorro energético muy alta, que reduce consumos en un 90%

¿Prevéis sacarla al mercado, esta herramienta?

La idea es hacerlo para nuestros clientes, ya que hemos comprobado que el nivel de concienciación al que llegamos es muy elevado. Y esta es la primera parte que hay que remover.

Parece que a mucha gente le falta aquel punto de contacto físico.

La pandemia nos ha enseñado que lo podemos hacer todo remotamente, y no digo que haya que eliminarlo, pero reducir la movilidad favorece la sostenibilidad.

Seguimos con la relación entre empresas de tecnología (TIC) y la contaminación y las emisiones. ¿En qué punto estamos, ahora?

Venimos de una tendencia de muchos años en que las empresas han tenido los servidores en sus propios centros, y eso consume una gran cantidad de recursos energéticos y nunca será tan sostenible como utilizar servidores preparados y eficientes energéticamente, que hará reducir nuestra emisión de CO2. La relación es directa, aunque nuestro trabajo sea dar servicios tecnológicos, tenemos que entender que generamos un gran gasto de energía y emisiones.

Las empresas tienden a buscar revertir el impacto de emisiones de CO2 y el impacto energético. La situación ideal es la de las empresas con CO2 negativo

¿El almacenaje en la nube puede ser la gran solución?

Es uno de los puntos en que estamos trabajando más. Para favorecer la sostenibilidad estamos tratando de migrarlo todo en la nube, pero no en cualquier sitio ni a cualquier precio. La idea es encontrar a un proveedor que garantice ciertos aspectos, como el aprovechamiento de la energía, los sistemas de refrigeración sostenibles, que utilice energía renovable y, una cosa muy importante, la transparencia sobre los datos y los indicadores de sostenibilidad.

¿Qué supone hacerlo?

Pues, actualmente, mover datos de las empresas en la nube significa conseguir un ahorro de entre el 80 y el 90% de las emisiones y consumo energético.

¿Crees que se podría llegar al 100%?

Si lo único que hace una empresa es reducir las emisiones, que ya es un gran paso, no se llegará al 100%. Se podría tender al cero, pero siempre habrá emisiones de algún otro tipo. A pesar de todo, hoy hay proyectos de reducción de CO2 que utilizan tecnologías químicas y biológicas para eliminar completamente las emisiones del aire. Hay todo un movimiento de empresas que invierten en este tipo de proyectos

¿Una empresa puede ponerse objetivos?

Y es recomendable. Hoy lo que hacen algunas empresas es calcular lo que han generado a lo largo de su historia de vida y, por ejemplo, proponerse llegar al año 2050 habiendo no sólo reducido el gasto energético y en emisiones, sino también todas las emisiones que ha generado la firma a lo largo de su historia. Lo que se conoce como empresa CO2 negativa.

Revertir el impacto histórico.

Exactamente. Que también se puede conseguir utilizando otros métodos, como la reforestación, la fijación mineral de CO2 o capturando bioenergía a partir de CO2 capturado. Hay muchos métodos.

¿Como IFR, qué ofrecéis para reducir este impacto negativo?

Actualmente estamos migrando datos de clientes en el servidor en la nube Microsoft Azure, y lo hacemos con una herramienta que permite calcular, partiendo del consumo que ha tenido la empresa, cuál sería el consumo equivalente si la infraestructura hubiera estado en un centro de datos propio.

¿Cuál es el próximo reto en sostenibilidad?

El gran reto que nos encontramos hoy es que estamos haciendo crecer exponencialmente los servicios a la nube por la gran cantidad, casi ingente, de datos, que será cada vez más eficiente gracias a tres grandes investigaciones que actualmente ya empiezan a dar resultados. El primero es el problema del almacenaje, que crece a ritmos de millones de gigas cada día, un espacio que provoca altos consumos de energía. Actualmente se investiga una tecnología de almacenaje basada en la estructura del ADN, con resultados sorprendentes: con una sola pulgada cúbica han conseguido almacenar un exabyte, es decir, ¡mil millones de gigas!

Parece difícil de creer.

Es un gran avance, pero también se trabaja en la mejora de la eficiencia de las redes ópticas, que cada vez son más rápidas y que reducen el consumo. Y el último factor es la inteligencia artificial, con la cual se investigan modelos y algoritmos que hoy sacan rendimientos similares en los modelos actuales pero 100 veces por debajo en el coste de energía. Todo va hacia la rebaja de emisiones de consumo y a tener un planeta que aguante el ritmo de crecimiento que le estamos cargando.

¿Y a nivel de usuario?

Es complicado calcular nuestro gasto en CO2, pero hay herramientas y aplicaciones que lo hacen, según nuestra dieta, el tipo de ordenador y el consumo de internet, que también dependerá de por dónde pasen nuestros datos.

IFR, Objectiu 2030: La sostenibilitat

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