Contaminación visual en Lleida: Se nos han cruzado los cables
Si damos un paseo por las calles de nuestros pueblos y ciudades y levantamos la cabeza quizás no nos daremos cuenta, porque ya lo tenemos tan interiorizado que la mirada ni lo detecta. Es cuando alguien nos lo advierte que ya no podremos dejar de verlo por todas partes. Es el horror del progreso, la m*rda de la tecnología, el abuso del cable. Contaminación visual
Líneas de cables negros pegados de diez en diez y de veinte en veinte por las fachadas de los edificios, cortando pisos por la mitad hasta llegar al de al lado. Rompe la línea de cables enredados un cuadro de plástico del que cuelga otro manojo, la mitad pelados y la otra mitad cortados, y un cable grande y otro delgado que nadie recuerda para qué sirven. Salvan obstáculos como si fueran seres vivos o raíces, como las hiedras que se comen las paredes de piedra de los pueblos abandonados, aunque esta hiedra artificial no la sube la naturaleza, sino la mala traza o la desidia del hombre. Este reportaje consiste en hacer y responder preguntas.
¿Qué tenemos, en las fachadas? Según Javier Pelegrino, de Redcab, empresa especializada en instalaciones de cableado para interiores, en las fachadas existe mayoritariamente cableado eléctrico, telefónico y de fibra óptica. Jordi Lagunas, CEO de Bivid, especifica que gran parte de lo que vemos en las fachadas es el antiguo cableado de cobre telefónico, que cifra sobre el 80% del total. Y las antiguas redes de Menta y Ono, y las posteriores de fibra óptica de Movistar, Orange y Adamo. Es decir, coincide cableado funcional y cableado obsoleto.
Junto a la Paeria de Lleida hay instalaciones tanto barrocas e inseguras como ambas
¿Cómo funciona una instalación? Cuando una compañía recibe un alta de instalación, pongamos por ejemplo de fibra, normalmente tiene una empresa subcontratada que le hace el trabajo. Es decir, una empresa que actúa en nombre de la gran compañía para realizar la instalación y la compañía le paga un tanto que normalmente se negocia a la baja, en paquetes por zonas de habitantes y el llamado precio por acceso. Este precio a la baja implica, como señala Lagunas, que los operarios vayan a destajo, con cierta prisa, y que aprovechen las líneas de cables ya existentes para añadir otra, porque “ya no viene de aquí”. ¿Cuál es la forma más rápida? Por la fachada. ¿Y cómo debería hacerse? Ya llegaremos a eso.
Este bloque de viviendas en la avenida Valencia de Lleida es un ejemplar único, con cables que pasan por absolutamente todas las líneas horizontales y verticales del edificio. Espectacular. Para visitar.
Ono, Menta, cobre.. ¿No debería retirarse, el cableado obsoleto? Podríamos pensar que si una empresa recibe una alta para realizar una instalación es que hay otra que recibe una baja, y que por tanto debería retirar la instalación que ahora dejará de funcionar. Pero la norma es tan idealista como utópica, y la realidad es simplemente que no se retira. Ante la pregunta, las tres empresas consultadas para elaborar el reportaje han sido meridianamente claras: "No se retira nada." Sólo en algunos casos, aseguran, Movistar retira de forma muy lenta las centrales de cobre obsoletas una vez que las abandonan todos los clientes. Si no se retiran, significa que vamos amontonando líneas sobre líneas. En algunos rincones de pueblos y ciudades hay algunas estampas propias de otras épocas o continentes.
En toda la ciudad de Lleida hay espectáculo de cables, como Lluís Companys, o instalaciones descuidadas, como rambla Ferran..
¿Siempre pasan por las fachadas? La ley estatal de Telecomunicaciones del 2014 –que manda por encima de las normativas locales– considera que la fibra óptica es un servicio de interés general, por lo que permite poner cables en las fachadas sin prácticamente limitaciones. Y las anteriores de luz o teléfono son tan antiguas que difícilmente iban reguladas. Ahora, en la actualidad, y según el año de construcción de los edificios o las urbanizaciones, este tipo de cableados suelen –o deberían– ir enterrados. No sólo eso, sino que las nuevas normativas cargan con impuestos a las compañías que actualmente instalen cableado por las fachadas, para tratar de premiar el tema enterrado. ¿Y cuál es la realidad? Pues que para la empresa subcontratada le es mucho más rápido seguir haciéndolo de forma aérea, según explica Josep Gallart, arqueólogo y miembro del Centro de Estudios Comarcales del Segrià (CECS), entidad dedicada a la protección del patrimonio. Dice que hay zonas en las que aunque haya instalación subterránea sigue habiendo nuevas instalaciones de cableado por las fachadas, ya que además de económico es más sencillo para localizar fugas o problemas.
La Casa Melchor de Lleida, de estilo modernista, no se salva. Magí Llorens tampoco.
¿No hay formas menos agresivas? Jordi Lagunas, de Bivid, asegura que hay maneras menos agresivas, como el hecho de instalar cajas discretas del mismo color que la fachada o que todas las conexiones vayan dentro de estas cajas. Así lo hacen en su empresa, que trata de minimizar el impacto visual negativo de estas instalaciones.
¿Podemos poner cables en todas las fachadas? Tenemos una noticia buena y otra de mala. La buena es que existen edificios y zonas protegidas. Lo malo es que, a menudo, esto importa poco a las compañías. Salvo algunos casos excepcionales, como los monumentos altamente protegidos que son la Seu Vella, la Catedral Nova, el Institut d'Estudis Ilerdencs o el Arc del Pont Vell, pocos más se salvan, protegidos o no, de la invasión de los cables. Ya sean Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) –protegido a nivel catalán– o Bien Cultural de Interés Local (BCIL) –protegido a nivel local–, siguen colgando cableado.
¿Hay ejemplos en Lleida? Desgraciadamente no nos los acabaríamos. Un ejemplo es la Capella de Sant Jaume (Peu del Romeu), de estilo gótico del s. XIV. Es BCIN, es decir que está protegido a nivel nacional con categoría de nivel 1. Esto no impide que haya una línea de cableado perfectamente clavada en piedra trabajada de 1399, lo que, interpretamos, no deberían hacer los habitantes de la Lleida gótica . Si seguimos por la calle Major y nos fijamos en los principales edificios modernistas, veremos que tanto la Casa Magí Llorens como la Casa Melcior sufren la misma penuria, o la Casa Cerveró, de época moderna. En este caso son BCIL y se regulan según la norma de Lleida, que repasaremos posteriormente. Lo cierto es que, exceptuando algunos elementos intocables, el resto han sufrido alguna u otra agresión. Dice Joan Ramon González, presidente de los Amics de la Seu Vella y también miembro del CECS, que la instalación depende sobre todo de la sensibilidad y la buena voluntad de los operarios, y que en algunos lugares han tenido cuidado de no pasar por encima de un escudo de una puerta o han tratado de reseguir la silueta de una columna. Dice González que en la misma casa Cerveró existe una placa romana del s.II que, hasta hace poco, estaba tapada por cableado. Desgraciadamente, casi todo Lleida está cableado.
Capilla de Sant Jaume (Peu del Romeu), gótico del s. XIV. Cableado por sobre de voladizo: técnica mixta sobre piedra.
Placa romana del s. II en la Casa Cerveró de Lleida. Antiguamente los cables le pasaban por encima, ahora 'sólo' le rodean.
Pero esto debe pasar en todas partes, ¿verdad? En Catalunya quizás sí. Joan Ocón, actualmente instalado en Alemania con la compañía Ovibe Fiber, nos explica que en el país germánico no hay ni un cable por las fachadas, que va todo enterrado. Y tiene claros los motivos: “Aquí quisimos ponernos la medalla de que el 80 o el 90% del país estaba cableado y conectado, y lo hicimos todo mal, es un desastre, una chapuza sin precedentes. En Alemania han ido más lentos pero se hace de una forma impecable.” Quien lo habría dicho.
Instalación visible situada en la calle Mayor de Lleida.
¿Qué dice, la norma catalana? Para ver la regulación en Cataluña, debemos remontarnos a la ley 9/1993 del Patrimonio Cultural Catalán, concretamente en el artículo 35, donde leemos que se prohíbe la instalación de cables y conducciones en las fachadas, pero sólo cuando se refiere a monumentos históricos u otros de catalogación arqueológica, dejando al planteamiento de cada ordenamiento municipal cómo se debe actuar ante el resto de bienes, como los BCIL (dentro de cada planteamiento urbanístico se especifica el grado de protección) . Así, Josep Gallart, que trabajó en el departamento de Cultura en Lleida, indica que en algunos casos se han hecho retirar en Lleida varios cableados de bienes protegidos, en este caso de lo que ellos controlaban a nivel catalán, que son los Bienes Culturales de 'Interés Nacional (BCIN).
Plaza Sant Joan. Edificio limpio y blanco que daría bueno admirar, pero la vista se va directa al cable.
¿Y la norma de Lleida? La Ordenanza del Paisaje de Lleida (BOP de 15 de enero de 2019) en el artículo 9.3 dice que las instalaciones de radiocomunicaciones que alteren las visuales deben ser sometidas a un informe previo de la Comisión Municipal del Patrimonio y Paisaje, que debe valorar el grado de alteración visual y su compatibilidad con el paisaje urbano. Dos puntos más allá, en el 9.5 dice que si en una fachada existen instalaciones de cables de teléfono, electricidad, luz o gas que perjudican la percepción de la fachada o generan percepción desordenada, el Ayuntamiento podrá ordenar a la propiedad de edificio oa la compañía titular de la instalación su retirada, enderezamiento o reconstrucción. Y, finalmente, el artículo 16.1 dice que la presencia de cables en las fachadas desmerece la armonía y que, cuando sea posible, será necesario enterrar el cableado. Éste cuando sea posible es la clave. ¿Es posible? ¿Quién determina que una instalación soterrada sea posible o no? La prisa del instalador y el precio que reciba por cada alta instalada.
¿Hay nueva ley en el Congreso? Si las ordenanzas municipales no son suficientemente atrevidas, deberá hacerlo el Estado, que es quien tiene la última palabra. Y aquí encontramos una novedad, y es que la nueva ley de Telecomunicaciones española, que se aprobará de forma inminente dice, en el artículo 49.8, que se obliga a los operadores a hacer uso de las canalizaciones subterráneas para la instalación ción y explotación de redes. Esto sería perfecto si, dos líneas allá, no hubiera escrito que, “en los casos en que no se pueda o no sea razonable –otra vez–, se podrá seguir utilizando el despliegue aéreo del cableado”. El artículo 22 dice además que cuando un operador acabe con un servicio y el cliente cambie de compañía desmontará el cableado anterior. ¿Con efectos retroactivos? No.
¿Cuál es la solución? Las empresas de instalaciones no paran, trabajan todos los días. Solo durante la pandemia y el teletrabajo se multiplicaron las instalaciones de fibra. Si por cada alta que hay se pasa nuevo cableado, y por cada baja que hay se deja lo que ya existía, tenemos un problema de acumulación, las matemáticas no fallan. Las normas y leyes van tarde y mal y tampoco son suficientemente claras ni expeditivas para obligar a retirar todo el material sobrante. Quedan a medio camino, en limbo de discusión en el que las grandes compañías siempre ganan. ¿Y en el horizonte? Un deseo compartido por todos los participantes en este reportaje es que el cableado acabe desapareciendo de las fachadas. Y quizás la solución nos la da el esperado 5G, que debe hacernos llegar las conexiones de internet sin cableado, siempre que vaya acompañado de una política valiente de retirada de cables viejos. Entonces, con el 5G, quizás el problema lo tendremos con las antenas, pero si se retiran miles de kilómetros de cableado que ya no servirán para nada, quién sabe si veremos nuestras ciudades con otros ojos. Pero esto es una ilusión, un futuro indefinido. Hoy, por desgracia, hay que denunciar la realidad, que no es otra que –casi– toda una ciudad como Lleida está invadida y sucia por los cables.
#PatrimoniCablejat, una iniciativa para denunciarlo En Twitter existe una iniciativa, llamada #PatrimoniCablejat, que lo que quiere es denunciar gráficamente los abusos del cableado contra el patrimonio catalán. La creó el historiador Agus Giralt para visibilizar el problema, y a base de los años decenas de personas se han sumado a hacer grande el catálogo. Giralt asegura que existen diferencias sustanciales entre barrios pobres y ricos y que la nueva ley de Telecomunicaciones del Estado funcionaría si fuese retroactiva. Foto: Cervera.