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Tamayo se cuela al desastre del Metaverse de MundoCrypto: 'criptobros', metaverso y vacuidad

Lo ha vuelto a hacer. Nuestro  reportero preferido en desarticulación de presuntas sectas y estafas vinculadas a las criptomonedas, Carles Tamayo, ha vuelto

El desastre MundoCrypto: 'criptobros', metavers i buidor

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Ha sido en el Metaverse Day, congreso organizado por MundoCrypto y que reunió a finales de agosto a 7.000 personas en el Wizink Center de Madrid. La jornada estaba dedicada a hablar del papel que tendrán las criptomonedas en el metaverso, y como la formación que ofrece MundoCrypto, con cursos de hasta 3.000 euros, puede ayudar a los futuros inversores. Estaba todo a punto para una jornada histórica. Pero lo que tenía que ser un gran día se convirtió en una pesadilla.

¿Pero qué hacía Tamayo en un acontecimiento de criptomonedas, cuando él desmontó estafas vinculadas a esta moneda virtual? Pues MundoCrypto lo invitó para ganárselo, para demostrar que es una empresa muy diferente de, por ejemplo, la investigada IM Academy.

Volvemos al Wizink Center. El acto no fue como se esperaba. La entrada al metaverso no funcionó porque los asistentes tenían que conectarse a una WiFi pública que no aguantó. El murmullo de los asistentes iba en aumento mientras Mani Thawani, CEO de MundoCrypto salía a salvar los muebles.

Pero poca gente lo escuchaba y su gestualidad iba decayendo: mirada al suelo, locución acelerada y nerviosa, y nula interacción con el público mientras tiraba frases vacuas y hoy ya superadas. No era lo que esperaba. La gente hacía corrillos para hablar de sus cosas y aprovechar un catering de comida y bebida que, eso si, parecía más que correcto.

El rumor de fondo permanente era para hacer llorar Thawani, mientras Tamayo se deleitaba del desastre monumental, y no se creía que se lo hubieran puesto tan fácil para desmontar otra supuesta mentira basada en criptomonedas. La metáfora era perfecta: falla todo.

Tamayo habla con asistentes. ¿Criptomonedas? Ni una. ¿Formación? Nada. ¿Metaverso? Un desastre. Estas eran algunas de las respuestas de un público mayormente joven y masculino, que muchas horas antes se mostraba exultante de estar en un espacio con otros criptobros, mientras se hacían fotografías para Instagram con dinero falso y hacían apuestas para saber en qué moneda virtual pondrían sus próximos pocos ahorros. La intención es una: ser rico sin trabajar. La realidad es otra: eso no existe.

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