Entrevista con el rector de la Universitat de Lleida, Jaume Puy
Jaume Puy i Llorens es el rector de la Universitat de Lleida. Hablamos con él para repasar la actualidad y los temas que afectan a una de las instituciones más importantes del territorio.
Señor Puy, dígame un rasgo diferencial de la Universitat de Lleida. Las personas y el territorio. Ofrecer a las personas acceso a estudios superiores sin desarraigarlas es una función muy importante de la UdL. Gente con talento que hace progresar el territorio. La UdL también es próxima, confortable y ofrece formación integral con prácticas en empresas o estancias en otros lugares. Además cada año 4.500 personas, de comarcas, del Estado y de todo el mundo vienen a vivir a Lleida para estudiar, y eso da vida a la ciudad. Se convierten en embajadores de nuestra universidad y de Lleida, y al mismo tiempo su estancia nos enriquece como sociedad.
Hablando de territorio. Últimamente la Universitat de Vic se ha reforzado en Manresa, y la Universitat de Lleida ya gestiona un centro en Igualada. ¿Cuál es el objetivo? Vertebrar el territorio. Como universidad de interior necesitamos crecer, y un campus en Igualada nos permite estar en un área activa económicamente, próxima a Barcelona y donde podemos desarrollar el territorio con nuevos estudiantes. La apuesta de la de Vic es complementaria y en otras comarcas.
¿Es una competición para abrazar más territorio? Vic y Lleida competimos en ligas diferentes: Vic lo hace a la de las universidades privadas y nosotros, en la de las públicas. Las dos tienen ventajas e inconvenientes. Nosotros dependemos del Gobierno a la hora de ofrecer titulaciones y plazas y no tenemos tanta libertad como las privadas, pero al mismo tiempo estas están más ligadas por criterios de viabilidad económica. Nosotros ofrecemos precios públicos y las privadas, matrículas a precios superiores.
El territorio también es el Pirineo. Y es hacia donde hemos ido. Hace dos años abrimos a La Seu d'Urgell un centro de INEFC adscrito a la UdL que ofrece estudios superiores deportivos vinculados a la montaña. Ha sido un éxito: las 40 plazas que ofrecemos tienen alrededor de 500 preinscripciones. Nos ha ido muy bien para descentralizar y ofrecer estudios en el lugar idóneo.
Eso es un caso de éxito. ¿Y en los casos de estudios con menos demanda? Tenemos la obligación de replantearnos constantemente con el fin de mejorar. Los estudios con poca demanda los revisamos y proponemos cambios para responder mejor a la demanda social.
¿Hasta el punto de cerrar alguna titulación? Sí, si se concluye que esta es la mejor opción. A menudo hay que reformar titulaciones para adaptarlas mejor a las necesidades de formación a que están encaminadas. Las profesiones, tecnologías y conocimientos no son estáticas sino dinámicas, y la universidad se tiene que adaptar siendo conscientes que la función central de la universidad es la creación de conocimiento.
Hablando de cambios. Los últimos años han aparecido multitud de nuevos centros que ofrecen titulaciones, estudios y nuevas metodologías. ¿Cómo se adapta a eso la universidad? Cuando vino la pandemia, la UdL cambió de un día por otro su metodología presencial a virtual. Superamos esta prueba y eso nos tiene que espolear a seguir aprendiendo nuevas tecnologías y metodologías didácticas, y valorar la docencia semipresencial o virtual para complementar nuestra oferta, que es presencial de forma mayoritaria. También tenemos que reconocer que no tenemos toda la agilidad para el cambio que nos gustaría.
Volvamos a los estudios. ¿Voy perdido, cuánto duran hoy los grados? Hoy son de cuatro años. Algunos grados habían sido de tres años los últimos cursos pero ahora un decreto del Estado obliga a que sean todos de cuatro. En Europa nos encontramos con situaciones diversas, con mayoría de grados de tres años y másters de dos. España forma parte de una minoría de países europeos que tienen grados de cuatro.
Hablemos de financiación. ¿Cómo estamos? La financiación no está en línea con lo que tendría que ser. Desde el 2011 vamos perdiendo, en relación con la evolución del PIB. Hace dos años firmamos el Pacto Nacional por la Sociedad del Conocimiento, un acuerdo de país que quiere impulsar el sistema de conocimiento catalán y garantizar una financiación razonable y sostenida en el tiempo para no quedarnos atrás. Hoy el Pacto sigue siendo una hoja de ruta válida, pero las cantidades que se recogían no se han podido ejecutar en la pauta prevista.
¿De qué estamos hablando? El pacto habla de 1.300 millones de euros para el sistema universitario catalán para el 2024. Ahora estamos en 1.000 millones, pero hay una reducción de ingresos para la matrícula universitaria, rebajada más del 30%. Hay que recuperar la financiación a la universidad catalana, que es líder en España, en Europa y en el mundo en algunas áreas de especialización, pero puede perder posiciones rápidamente.
¿La reducción de la financiación tiene que ver con la reducción de departamentos, que han pasado de 27 a 18? La estructura departamental fechaba del inicio de la UdL, y en 30 años hemos cambiado mucho. Algunos departamentos eran demasiado pequeños y otros, demasiado grandes. Hacía falta revisar y mejorar esta estructura. Ahora los departamentos son más similares en tamaño y hacen más fácil la gestión, la colaboración y la comunicación dentro de la universidad. Y eso es lo que hemos hecho.
¿Ha habido barreras? La mayoría de la comunidad universitaria ha dado apoyo a la reducción, aunque no era fácil. Se lo agradezco y ejemplariza que somos capaces de reformarnos.
¿Esta reducción quiere decir que la Universitat de Lleida está sobredimensionada? Al contrario. El activo más importante son las personas y la falta de relieve por las limitaciones administrativas y de financiación es un problema. Con los años la estructura ha tomado forma de pirámide invertida, con mucha gente en la parte final de su carrera académica y poca gente en la parte inicial, y eso amenaza el futuro de la investigación y la docencia.
Quizás se podrían agilizar los doctorados, si hacen falta investigadores y profesores. El doctorado no lo podemos modificar de forma unilateral. Hay que formar doctores con rigor, dado que sueño los futuros académicos y responsables de R+D de las empresas. Y el doctorado es sólo una primera etapa de la formación de investigadores o profesores. Formar de buenos requiere años.
¿Y cómo se puede solucionar? Hace pocas semanas que tenemos un nuevo consejero de universidades y nos hemos reunido. Le planteé varios retos.
¿Por ejemplo? La importancia de la UdL para la competitividad territorial. Hoy por desgracia tenemos un problema de encaje con las grandes políticas de investigación de la Generalitat, que en los últimos 20 años ha desarrollado dos grandes ejes que son ideas excelentes, pero su aplicación en relación con Lleida es mejorable. Uno es la red de centros de investigación CERCA, que se encuentra de forma muy mayoritaria al área metropolitana. La consejería de Investigación y Universidades dedica cada año 77 millones a estos centros.
¿Y cuántos recibe Lleida? Descontando el IRTA, que actúa en toda Cataluña, Lleida recibe 300.000 euros. Un poco más del 0,4%, cuando según la mayoría de indicadores cuantitativos somos el 6% del sistema universitario catalán. Cuesta mucho entender que Agrotecnio, que es miembro y ha recibido evaluaciones muy positivas, siga sin recibir financiación de la red.
¿Cuál es el otro gran eje? El programa más importante de captación de talento de más alto nivel que promueve a la Generalitat es el programa ICREA, en el cual hay actualmente hasta 278 investigadores contratados para hacer trabajo en centros de investigación y universidades. Lleida sólo tiene dos. Algo falla.
¿Qué falla? Nuestra universidad estudia cómo mejorar la producción alimentaria en un contexto de cambio climático, la afectación de los suelos y acuíferos y la disponibilidad de agua, para una población creciente y requiriendo menos emisiones de efecto invernadero. La agroalimentación representa el 16% del PIB catalán y vertebra el territorio. ¿No se tiene que invertir? ¡La Universitat de Lleida es líder, aquí y en el mundo!
¿Cómo se estructura, la investigación de la Universitat de Lleida? En cuatro ejes: agroalimentario, salud, tecnología en torno a la sostenibilidad y en desarrollo social y territorial. Quizás el campo más reconocido históricamente es el agroalimentario, pero hay mucha interacción entre los diversos ámbitos. Por ejemplo, el marco normativo y económico son fundamentales y eso interpela a los buscadores en desarrollo social y territorial. O las tecnologías de datos o la biotecnología, que tienen aplicaciones en muchos sectores, de la agricultura a la salud. Lo que quiero decir es que todos los centros de investigación van mucho más ligados de lo que nos pensamos.
Recientemente, el Parque ha cambiado de nombre a Agrobiotech Lleida. ¿Si tenemos que hablar de marcas y reforzar la universidad, cree que la UdL algún día tendrá algún nombre similar? No lo veo, en un futuro próximo. El Parque ha apostado por una marca más sencilla y reconocible.
¿Qué relación tiene la UdL con el Parque, ahora Agrobiotech? Somos uno de los patrones, al lado del ayuntamiento. La transferencia del conocimiento entre universidad y empresas es muy importante y en eso el Parque nos complementa. El conocimiento no se transforma en progreso hasta que se transfiere. La ciudad de Lleida tiene mucha suerte de tener el Parque.
Hablaba antes de las personas. Formar personas con valores, capaces de apreciar el conocimiento, con criterios propios basados en hechos contrastados, con mentalidad abierta a los problemas del mundo y con respeto por los derechos humanos es nuestro compromiso social.