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La huella ecológica de internet

Navegar, ver nuestra serie preferida o escuchar música no es tan bonito como parece. La Tierra lo sufre en forma de emisiones de CO2, contaminación y gasto energético brutal. Para reflexionar.

<b>Emergència climàtica</b>La petjada ecològica d'internet

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Internet no es gratis. Sólo para utilizarlo pagamos religiosamente una cuota cada mes a una compañía operadora de telefonía –telefonía que por cierto cada vez utilizamos menos-. Pagamos, pues, y mayoritariamente, por el uso de los datos. Este es el coste de acceso de utilizar internet a nuestros dispositivos. Coste que se puede multiplicar si tenemos contratada una compañía de móvil y otra en casa, por fibra, o con servicios añadidos como televisión por internet, series o videojuegos. Lo que sea. Pagamos según uso y contrato, y eso puede ir de una tarifa básica de datos de 10 euros a los 80 o 100 euros. Este es el impacto económico que nos supone tener internet. Este es nuestro impacto, el que conocemos porque nos afecta a la cuenta corriente.

Lo que también nos afecta, pero no directamente ni en nuestra cuenta económica, es otro concepto ligado al uso de internet: la huella ecológica. ¿Y eso qué quiere decir? Pues que cada vez que utilizamos internet hay un perjuicio ecológico, sobre todo en forma de emisión de CO2. Es un consumo mínimo, pero existe. Y no sólo existe, sino que si tenemos en cuenta que cada día miles de millones de usuarios utilizan internet, datos, miran series, envían correos o chatean por Instagram, el gasto ecológico empieza a ser considerable. Para ponernos en contexto y ver un primer ejemplo, cada vez que hacemos una búsqueda a internet se emiten al medio ambiente 0,2 gramos de CO2, que equivale a conducir un coche durante un kilómetro.

¿Y de dónde salen, estas emisiones de CO2? La respuesta es sencilla a pesar de la complejidad de todo un gran lío de datos. El caso es que cada vez que hacemos una petición a internet para consultar algo -una búsqueda, ver una fotografía, descargar una canción, ver un vídeo–, esta petición llega a unos servidores que contienen la información, que funcionan, están abiertos, son grandes ordenadores que necesitan energía, y tener la suficiente potencia para poder enviarnos un archivo a través de datos. Así, una de las principales maneras en que internet contamina el medio ambiente es mediante el consumo de energía.

La vasta red de servidores mundial, centros de datos mundiales y otras infraestructuras mundiales necesarias para alimentar internet requieren una cantidad enorme de energía, gran parte de la cual se genera mediante la combustión de combustibles fósiles. Cantidad ingente de energía que sirve no sólo para hacer funcionar los aparatos sino también para mantenerlos refrigerados. Eso no sólo contribuye al cambio climático, sino que también contribuye a la contaminación del aire local y otros problemas ambientales.

Algunos estudios lo ilustran de una forma muy gráfica: los servidores mundiales necesitan 30.000 millones de voltios, el equivalente a la producción de 30 plantas nucleares. Lo que conocemos como datos en la nube en realidad no son nubes, sino grandes servidores, como campos de fruteros con centenares o miles de ordenadores a pleno rendimiento analizando y enviando datos. Eso no quita que la digitalización de datos en la nube no sea positiva, ya que evita que cada empresa tenga que tener sus servidores propios, aumentando de forma exponencial la contaminación.

Centros de datos gigantes Hablamos de conjuntos de servidores. Podemos imaginar aquellos muebles metálicos, normalmente oscuros, con ordenadores que emiten luces y que están cableados por todas partes. Sí, es eso. Ahora pensemos que trabajan uno al lado del otro. Y ahora pensemos qué medida podrían tener si los juntamos todos y tratamos de dar cobertura mundial. Si buscamos la referencia occidental más utilizada, que es la medida en campos de fútbol y viajamos hasta el conjunto de servidores mayor del mundo, llamado Telecom-Inner Mongolia Information Park, en China, esta medida mental nos da la cifra salvaje de 223 campos de fútbol. Esta empresa tiene un millón de metros cuadrados dedicados a servidores para que podamos hacer videollamadas con compañeros colgándonos la etiqueta de sostenibles porque no hemos cogido un avión.

China tiene más conjuntos de servidores gigantes en el ranking de los mayores del mundo, posiciones que lidera junto con los Estados Unidos y un gran centro de Noruega de 600.000 metros cuadrados. 

Últimamente los fabricantes de centros de datos mundiales, como Microsoft, tratan de hacerlo más sostenible y menos contaminante buscando alternativas ecológicas, como construirlos debajo del mar, y cada vez utilizan más energía verde, o la más sostenible posible, con energía solar o eólica. Eso pasa a Islandia, Escocia y cada vez más en lugares fríos, donde hace un poco de falta menos de energía para refrigerar aparatos. En todo caso, contamina, quizás menos, pero sigue contaminando.

¿Pero cuánto CO2 emitimos? Por desgracia, calcular con precisión el gasto energético y la afectación ambiental de internet no es fácil, ya que hay muchas variables que configuran un mapa energético y de consumo difícil de calcular. A pesar de eso, según un informe del año 2020 del Grupo de Expertos de la ONU sobre tecnologías de la información y la comunicación, la industria de las TIC, que incluye los servidores de internet, es responsable de los alrededores de un 1,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, o sea, CO2, o sea, dióxido de carbono. Otros estudios, en este caso de la Universidad de México, cifran las emisiones diarias de CO2 entre 25 y 35 mil toneladas, 35.000.000 kilos. La dificultad en poder cifrarlo hace que haya un sesgo importante en los estudios.

Otros aseguran que el consumo de internet ya representa el 7% de la electricidad mundial y que genera entre el 2 y el 5% de las emisiones globales de CO2. Por países, los que más contaminan son los Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido. Y mientras tanto los centros de datos están en China.

¿Y el consumo de agua y electricidad? Ya hemos dicho que los centros consumen el equivalente al 7% de la electricidad mundial. Con respecto al agua, el uso global de internet podría implicar 2,6 billones de litros de agua al año, según asegura la investigadora de los Estados Unidos René Obringer en un artículo en la Agencia SINC. Otro gasto es la que tiene que ver con la tierra, la que hay que remover, conquistar a la naturaleza para construir estos grandes centros.

Producción de dispositivos Abrimos parcialmente otro melón. Otra manera en que internet contamina es mediante la producción y eliminación de dispositivos electrónicos, los que utilizamos para seguir consumiendo energía y emitiendo dióxido de carbono a través de internet. La fabricación de ordenadores, teléfonos inteligentes y otros dispositivos requiere una cantidad importante de energía y recursos, y a menudo implica el uso de productos químicos tóxicos y otros materiales nocivos. Cuando se eliminan estos dispositivos, pueden liberar estas toxinas al medio ambiente, cosa que supone una amenaza para la vida salvaje y los ecosistemas.

Medidas correctoras A pesar de estos impactos negativos, hay maneras de mitigar la contaminación causada por internet. Por ejemplo, las empresas pueden utilizar fuentes de energía renovables para alimentar sus servidores y centros de datos, y los consumidores pueden reciclar o dar sus viejos dispositivos electrónicos en lugar de lanzarlos. Además, las personas pueden tomar medidas para limitar su uso de internet y ser más críticas con la información que encuentran en línea, con el fin de reducir la contaminación social y cultural causada por internet.

Y yo, qué consumo por...

  • ¿Enviar un correo electrónico? 4 gramos de CO2. Si hay un fichero adjunto, se multiplica por diez.
  • ¿Ver una película en streaming? Cada hora son unos 100 gramos de CO2. El consumo en vídeo representa el 60% del tráfico mundial de datos.
  • ¿Comprar online? Cada compra son 4 kilos de CO2, por el transporte y el embalaje. Las devoluciones pueden multiplicar este gasto.
  • ¿Hacer una videollamada? Cada minuto de videollamada consume 0,2 gramos de CO2. Y entre 2 y 12 litros de agua.
  • ¿Publicar una foto en Instagram? 0,15 gramos de CO2. Si pasamos 30 minutos al día en Instagram, el gasto es de 18 gramos de CO2.
  • Publicar un tuit en Twitter: 0,2 gramos de CO2. Equivale a recorrer 1,7 kilómetros en coche. Cada día se envían 500 millones de tuits, que equivale a conducir 850 millones de kilómetros.
  • ¿Pasar un rato en TikTok? 15 gramos de CO2 cada hora que utilizamos esta red social china.
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