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Marcel Llopis: “Jugamos a béisbol entre Marte y la Tierra”

Marcel Llopis es doctor en ciencias de la computación y director adjunto del Flight Software and Avionic Systems, que forma parte del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA. Y es de Lleida.

Marcel Llopis, en el edificio de la Escuela Politécnica Superior de LleidaJOAN TEIXIDÓ

Lleida

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Virtud mía, llego puntual como un reloj a los despachos de la Escola Politècnica Superior de la Universitat de Lleida (EPS). Me insisten los anfitriones en acomodarme el ambiente con el entrevistado, un chico joven y alto y que sus brazos me dicen que debe pasar unas cuantas horas en el gimnasio, que eso no es genética. Marcel Llopis, leridano de raíz que proyectó su carrera desde Lleida, desde estas instalaciones que hoy pisa después de muchos años y que vagamente recuerda. Conversamos en la intimidad, durante una hora, él en un leridano con acento yanqui y buscando palabras catalanas perdidas en la memoria, y yo interrumpiéndolo tanto como puedo para mostrarle mi ignorancia supina en materia espacial. Me agradece con una sonrisa mis injerencias a la cultura popular, quizás para poder contextualizarlas, y que rompen un firme posado serio y con un punto de orgullo que pienso que es muy norteamericano. También pienso que sin esta actitud quizás no habría llegado donde está. Percepciones mías. De vez en cuando me manifiesta que es extraño que le hagan entrevistas, y que no le gusta hablar de si mismo. “Pero eso que haces es muy grande”, le digo. Al final me reconoce que quizás sí, y que quizás ha normalizado la importancia de su trabajo. “A mí también me pasa”, le digo yo sin filtro alguno. Insiste en explicarme su trayectoria profesional desde los inicios, supongo que para ponerle el trabajo más fácil a un no-periodista como yo, que espera con impaciencia saber cómo nos aniquilaremos los unos con los otros en Marte o entre las galaxias lejanas. Me lo hace sudar.

Me dice que creció en Lleida. Que cuando su padre se presentó en casa con un ordenador le cambió su universo. Y decidió estudiar ingeniería. “Cuando vi que en Lleida había la carrera de informática la decisión fue muy fácil. Era el año 2000. Lo tenía tan claro que a la solicitud de carrera sólo puse una opción: Lleida.”

Te la jugaste. Pero lo tenías claro.

Era muy buen estudiante, y sabía que entraría. Hice ingeniería técnica informática aquí en Lleida, y después la superior a la Universitat Politècnica de Cataluña (UPC) de Barcelona. Allí decidí que quería ir a los Estados Unidos, a Silicon Valley. Al cabo de poco entré en una start-up de ingeniería médica, en California. Fui escalando y cuando nació mi hija...

¿Es norteamericana?

Sí, completamente.

Y...

Fui escalando y se me abrieron las puertas de la NASA, donde empecé siendo un desarrollador de software. Empecé en el equipo de la misión llamada DAWN, que llevaba una nave al asteroide Vesta para investigar. Era la primera misión de la NASA con propulsión de iones, que es interesante porque da fuerza a la nave con mucha menos energía. Esta misión también fue al planeta Ceres, donde hay depósitos de sal. Actualmente todavía se va.

Buen proyecto.

Después pasé a ser jefe de unas 20 personas del departamento de modelado y simulación de las naves. Cuando llegué, vi que el software era bastante precario, y me propuse arreglarlo. Para hacerlo pude contratar a más gente, muchos especialistas: ingenieros, físicos, astrofísicos, y que aparte diseñaban software.

Paréntesis, Marcel, un momento. Tú eres informático.

Sí.

Pero te has tenido que reciclar y abrir a nuevos campos. Desde la medicina hasta la astrofísica, de la física a la química. De los planetas a la mecánica de las órbitas.

Siempre he tenido mucha curiosidad. Si me preguntas si soy informático te diré que sí, por mis estudios, pero si me preguntas qué soy, te diré que soy ingeniero. Es una cosa muy americana, eso. Cuando haces una solicitud para trabajar a los Estados Unidos no te preguntan qué ingeniero eres, sino qué puedes hacer. Qué puedes aprender. En un lugar como la NASA, aparte de un currículum excelente, se valora la capacidad de aprender. Siguiendo con mi carrera, lo compaginé con un máster de dirección a John Hopkins.

¿La que tuvo reconocimiento mundial gracias a la gestión de los datos mundial de la covid?

Sí, y después hice un doctorado en la UPC desde los Estados Unidos, era como cerrar el círculo. El tema de mi investigación doctoral era como buscar acontecimientos espaciales, visibles u ocultos, con un lenguaje de programación que inventé.

¿Lo inventaste tú?

Sí. No es sólo un lenguaje de programación, sino una librería de software con que puedes modelar acontecimientos geométricos y buscar incluso los escondidos. Por ejemplo, cuándo quieres saber cuándo hay una ocultación entre un planeta y otro desde una nave espacial.

¿Eso que haces, que por cierto me parece muy grande, qué importancia tiene? 

¿Me lo puedes preguntar más adelante?

Es que me parece que eso que me cuentas tiene una capacidad inventiva muy grande, y que toca muchos aspectos que van más allá de la informática. No veo que sea una “aportación más”, como solemos escuchar de mucha gente que se dedica a la ciencia y la tecnología.

Tú lo que quieres es una frase que...

No, no. Lo digo porque suena a gran proyecto, de gran envergadura. Pero te lo pregunto después. Seguimos.

Lo que hacíamos era diseño de lenguaje de programación que se utilizara para diseñar modelos. Para poder calcular elementos con los sistemas de hardware de la nave. Hay unas matemáticas y algoritmos que puedes convertir con un programa que cuando los ejecutas te dice cómo la nave se comportará en unas ciertas condiciones. Lo que hice fue rediseñar todo el sistema de modelado y simulación de mi laboratorio, que es el Jet Propulsion Laboratory, JPL. Y ahora este sistema es el que utiliza la NASA con el proyecto Europa Clipper, que llevará una nave a la luna Europa de Júpiter, y otra que va a un cinturón de asteroides.

Interesante.

Este sistema de modelado y simulación es el que utiliza mi laboratorio para todas las misiones futuras. Esta ha sido una de mis aportaciones al grupo. Entonces me propusieron ser director asistente de la sección de planificación y ejecución de sistemas del JPL. Y entonces lo que me propuse fue no sólo mejorar los sistemas de software de toda la sección, sino asegurarme el fichaje y la mentoría de todas las personas que había. Y poder contratar los mejores para mi departamento.

¿Es difícil fichar gente a la NASA?

Sí, porque llegan miles de solicitudes de estudiantes brillantes. Cuando miras cuáles son los buenos, tienes que mirar no sólo las notas, porque tienes currículums del MIT, de Caltech, de Michigan...

Lo mejor de lo mejor. ¿Cómo lo haces? ¿Vas por sensación o por capacidad de aprendizaje?

Es un arte y una ciencia, eso. Tienes que saber cómo piensan y entender sus aptitudes y actitudes.

Más cosas. ¿Ahora, dónde estás?

Fui el arquitecto de software del proyecto Europa Clipper, hasta que me ofrecieron ser codirector de mi sección, con 120 personas que diseñan el software que hace funcionar toda la nave espacial, desde el control, autonomía... Todo lo que pueda hacer. Y aparte diseñamos los requerimientos del ordenador.

Hablando de eso. Se dice que en el Apollo 11...

[ríe]

Ya sabes por dónde voy. El Apollo 11 llevaba un ordenador tan potente como el que tenemos en una calculadora actual.

Es cierto. Más o menos.

¿Entonces, en qué podemos equiparar los ordenadores que controlan las naves espaciales actuales? ¿A un supercomputador? ¿A un ordenador, por ejemplo, con 5000 Gb de RAM?

No. Y me gusta la pregunta. Hay un problema de radiación. Cuando estás en el espacio los ordenadores sufren la radiación del universo. Los afecta, y mucho, y hace que se reinicien. Una manera de mitigarlo es utilizar transistores que sean más grandes que los que utilizamos habitualmente en nuestro día a día, porque son más resistentes a la radiación. Por eso utilizamos ordenadores antiguos, del año 2000.

¡Qué dices ahora! Eso sí que me sorprende.

Hay una compañía que se llama BAE Systems que utiliza un diseño antiguo de IBM que se llama Power PC 750, que es el mismo procesador que hacían funcionar los Apple de inicios de siglo. Equivaldría a un Pentium IV de la época.

¿Me estás diciendo que las naves espaciales que recorren el Universo y que van a millones de años luz de aquí llevan ordenadores de hace 20 años?

La nave que tenemos en Marte y los rovers que ruedan por su superficie, por ejemplo, sí. Por cierto, estos rovers están diseñados en mi laboratorio.

¡Me parece muy curioso, sinceramente!

El problema de estos ordenadores es que, aunque aguantan mucho más la radiación, gastan más energía que los procesadores más modernos y actuales, eso implica que necesitamos mejorar la eficiencia energética para mantenerlos en funcionamiento. Hablando de eso, tenemos el helicóptero del Perseverance de Marte que...

¿El Perseverance es el que está en movimiento, todavía?

Sí.

El Spirit se quedó estancado en un cráter, y al Opportunity se le taparon las placas solares con arena. Da pena, cuando se apagan.

Sí [ríe]

Me explicabas el helicóptero del Perseverance.

Es un dron que lo teníamos guardado bajo el Perseverance, y que ahora vuela por Marte planificando rutas y analizando. Este dron utiliza un ordenador Qualcomm Snapdragon, que es un ordenador que equivaldría a un simple teléfono móvil Android actual.

¿Y le afecta a la radiación??

Sí, pero si pasa se reinicia. Bajaría a la superficie y al reiniciarse volvería a volar.

Seguimos en Marte. ¿Algún proyecto más?

Que pueda contar, sí.

¿Hay proyectos secretos?

[Silencio]

No te quiero poner en un compromiso.

Te puedo explicar tres, respecto a Marte. El primero es una misión para ir a Marte a recoger las muestras que está dejando el Perseverance por la superficie de Marte. La misión se llama Mars Sample Return, es una nave que recogerá las muestras del suelo con un brazo, las pondrá en una nave, y entonces las lanzaremos hacia la Tierra. Es como jugar a béisbol en el espacio, entre la Tierra y Marte.

Perdona. ¿Perdona?

Es una frase que te gustará para el titular, supongo. Y entonces llegará a la Tierra y lo iremos a recoger. Y tendremos muestras de Marte para seguir estudiando el planeta.

¿Se hace habitualmente, eso de jugar a béisbol en el espacio??

Sí.

Marte y la Tierra están a 225 millones de kilómetros de distancia. ¿Cuando lanzáis una nave a estas distancias no choca nunca contra nada? ¿Quiero decir, no hay ninguna roca, piedra, resto, basura, entre este trayecto que pueda afectar a la nave?

Mi laboratorio es especialista en disciplinas en diseño de misiones y sobre todo en mecánica orbital. Tienes que pensar que hay un equipo entero haciendo tracking de todo aquello conocido y desconocido, entre un punto y otro. Somos muy buenos prediciendo y calculando órbitas y trayectorias. Tenemos sistemas de cálculo muy potentes para saber si puede haber algo en medio de un trayecto. A años luz.

Lo que vemos en las películas que una nave se lanza a la velocidad de la luz hacia otras galaxias.

Es exactamente eso, lo que te decía. La trayectoria y posibles elementos que haya por el medio están y estarán perfectamente controlados. Igual que cuando vemos en las películas que una nave pasa por un cinturón de asteroides...

¿No es así?

Los cinturones de asteroides de la cultura popular son muy densos y chocan contra las naves. Y no es así. Si fueran tan densos, después de miles de millones de años de vida del Universo chocando entre ellos ya serían polvo.

¿Y con las llegadas de la Tierra, la basura espacial que pasa por encima nuestro también está controlada?

También está muy controlado. Cuándo hay lanzamientos y llegadas a la Tierra se puede predecir si chocará contra alguna cosa.

Me decías tres proyectos, de Marte, y llevamos uno.

El segundo es un programa de la NASA de enviar gente a Marte, que se va alargando sobre la marcha. Al principio el objetivo era en los años 20, ahora ya es a la década de los 40. Lo que hacemos es un sistema llamado Space Launch System (SLS), que cada lanzamiento cuesta 1.000 millones de dólares, que lo que hace es enviar a Marte suministros, para montar casas, comida, agua, impresoras 3D para construir herramientas... Es muy caro.

¿Década de los 40, la fecha de la conquista de Marte?

Si me haces apostar dinero te diría que no. Que todavía no.

¿Y el tercer proyecto, en lo referente a Marte?

Es la relación con SpaceX de Elon Musk, empresa que tiene cohetes más baratos y que podemos utilizar para hacer estos lanzamientos de suministros vitales. Space X tiene su propia previsión de llegar Marte.

¿Es un competidor, SpaceX?

El objetivo de SpaceX es encontrar la manera de salir, escapar, de la Tierra con los humanos. Hay una serie de objetivos que se tienen que ir cumpliendo para conseguirlo, uno de ellos es el proyecto Starlink (aquellos satélites que vemos pasar en fila por el cielo), para poder pagar el programa espacial con la internet Starlink. El objetivo único de SpaceX es saber como salir de la Tierra y llegar a Marte. La NASA tiene múltiples objetivos: exploración, investigación y entender el universo, entre muchos más objetivos.

Acabamos tema Marte. ¿Es viable? ¿Lo veremos?

Creo que es posible que lo veamos. De hecho hoy mismo podríamos llegar a Marte, pero lo que me preocupa más es la salud mental, la psicología en torno a Marte. Hacer un viaje de nueve meses con una tripulación compartiendo espacios minúsculos, y pasarse dos años trabajando contrarreloj en un lugar hostil que nos podría aniquilar en cualquier momento, con compañeros con quien se tienen que compartir espacios reducidos y con quien quizás no hay buena relación. Totalmente incomunicado durante dos años con todo el mundo. Y un hecho más: desde la Luna ves la Tierra, y psicológicamente es un hecho muy potente, salvador, sanador. Desde Marte no ves nada. Estás solo. Y una cosa que al principio puede ser innovadora, alentadora y fascinante, necesita mucha psicología para que no se convierta en un hecho demoledor y que lleve a un gran sufrimiento.

En un planeta con condiciones que te pueden matar en cualquier momento.

Sí, como la radiación que decía antes. Pero ya te digo, lo que más me preocupa es el tema psicológico.

Hablabas de la Luna. ¿No hemos vuelto?

No es interesante.

Cierro carpeta Marte. ¿Vamos a los proyectos de Júpiter, qué estáis investigando?

Estamos diseñando la misión Europa Clipper, que irá a una luna de Júpiter que se llama Europa y que tiene agua. Hay dos lunas que sabemos que tienen, una en Júpiter y otra en Saturno. En la de Europa sabemos que hay una capa de hielo, pero no sabemos exactamente la profundidad. Las nuestras suposiciones es que hay hielo de agua, ni otro tipo de gas ni ninguna otra composición química. Por debajo hay agua líquida y después el núcleo.

¿Cómo me la tengo que imaginar, esta agua? ¿De aquella que te hace un agujero en la mano si te toca? ¿Radiactiva? ¿Mortal?

Pues es como la de la Tierra, H2O, con las mismas propiedades. Y con la suposición de que puede contener sales. Por el movimiento orbital de esta luna Europa, que implica subidas y bajadas de temperatura, sabemos que el agua de bajo la capa de hielo puede ser líquida. Pues nuestro proyecto es orbitar de forma elíptica en torno a Europa, para mirar que la nave reciba menos radiación. Estudiaremos Europa y determinaremos si hay agua.

Me parece muy importante.

Otra cosa interesante es que creemos que esta agua, combinada con el calor del movimiento orbital puede conducir a la creación de vida. Primero el Europa Clipper analizará el estado del hielo y el agua. Después ya tenemos en marcha un proyecto llamado Europa Lander, para aterrizar en la superficie de hielo y perforar la capa para introducir un robot submarino dentro. Este robot se llama EELS (Exobiology Extant Life Surveyor), que quiere decir anguila en inglés, que perfora el hielo y se mueve como una serpiente dentro del agua. Cogerá muestras, como hace un rover terrestre en Marte, pero esta vez navegando por dentro del agua. Y después las recogeremos.

[silencio]

Me parece que siempre hablamos de Marte, y eso de Júpiter me parece increíble... Va, acabamos. Un poco de fantasía. ¿Habrá guerras, en el espacio, entre naves?

Hay unas fases que tenemos que superar antes de eso. Es posible, porque por la naturaleza de los humanos lo más probable es que haya guerras. Hay una escala, que se llama Kardashev, con una taxonomía de la evolución de las civilizaciones espaciales. La primera es que tienes que dominar la Tierra, después el sistema solar, después la galaxia... Y hablamos de eso cuando todavía no hemos dominado ni nuestro planeta. Después vendrá la exploración, la creación de identidades entre planetas, igualdades y desigualdades... Y eso comportará conflictos, seguro. Que sean como lo hemos visto popularmente ya no te lo sé decir. Eso corresponderá a los humanos del futuro.

Te debía una pregunta...

Me parece interesante la entrevista. Que la gente me lo pida. No lo acostumbro a hacer y cuando lo hago me hace darme cuenta de la importancia de mi trabajo. Cuando entré a trabajar a la NASA, en cualquiera de las posiciones que he ocupado, primero sí que pienso que es un reconocimiento a mi capacidad y conocimiento, pero lo llegas a normalizar, tanto el trabajo que haces como el impacto que tiene.

La pregunta: ¿puedes valorar la aportación de ti y tu equipo en el mundo?

En una palabra, es transformacional.

¿Es importante, lo que haces, hacéis?

Muy, muy importante. El laboratorio donde trabajo, el JPL, se creó antes de que naciera la NASA. El JPL se creó en 1936, mientras que la NASA lo hizo en 1958. Aquel año el JPL creaba las primeras naves de la Luna, Marte y Venus. El JPL aportó su bagaje a la NASA. Somos el centro que hace los mejores robots espaciales. Hoy somos los más innovadores.

Ahora. Ahora sí. ¡Gracias!

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