¿Qué es la IA Washing y qué implica?
¿Ahora todo es IA? No. Sólo un pequeño reducto de empresas y servicios que aseguran que utilizan la IA la hacen ir de forma honesta. El resto es un ensamblado de empresas y/o servicios que se aprovechan.
En los últimos meses, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una palabra de moda, presente en casi todos los sectores. Desde la atención sanitaria hasta las finanzas, pasando por el marketing y la producción, parece que todo el mundo esté integrando la IA en sus productos y servicios. No obstante, esta adopción masiva no siempre es tan genuina y real como parece. El concepto de IA Washing, que se podría traducir como lavado de cara con inteligencia artificial, hace referencia al uso oportunista del término “inteligencia artificial” por parte de las empresas para hacer que sus productos o servicios parezcan más avanzados de lo que realmente son, sin que estos cuenten con una verdadera tecnología d'IA.
¿Qué es el AI Washing?
El término IA Washing deriva de la expresión “greenwashing”, que se refiere en la práctica de empresas que exageran o falsifican sus credenciales ecológicas para atraer consumidores preocupados por el medio ambiente y hacer creer que son emprendidas sostenibles. En el caso del greenwashing, lo encontramos por ejemplo en empresas de moda que se anuncian como ECO porque han rebajado un poco el consumo de agua o energía para producir pantalones, o cadenas que explican que renuncian a algunos componentes para fabricar sus envases (aumentando el uso del plástico).
De manera similar, el IA Washing implica que una empresa presenta su producto como impulsado por inteligencia artificial cuando, en realidad, la tecnología subyacente es mucho más simple o inexistente. Esta práctica es perjudicial porque crea una falsa percepción de las capacidades de la IA y dificulta que los consumidores y las empresas tomen decisiones informadas.
Ejemplos de IA Washing
Un ejemplo clásico de IA Washing es el uso del término en aplicaciones que simplemente utilizan reglas predefinidas o algoritmos estáticos, pero que no tienen ninguna capacidad de aprendizaje o de adaptación. Por ejemplo, algunas empresas han etiquetado como “inteligencia artificial” sistemas que se basan en reglas simples que no son más que programación tradicional. Aunque estas reglas pueden simular una cierta “inteligencia” en circunstancias muy concretas, no tienen la capacidad de aprender ni evolucionar como lo haría un verdadero sistema de IA.
También está el caso de algunas plataformas de marketing digital que afirman utilizar IA para optimizar campañas publicitarias, pero que en realidad sólo ofrecen segmentación básica basada en criterios estándares, sin ningún análisis profundo o capacitado de previsión que se pueda considerar IA. O, poniéndonos en casos más concretos, cepillos de dientes que se anuncian con algoritmos inteligentes o plataformas de entrenamientos y fitness que crean planes personalizados en base a una supuesta inteligencia artificial. Suelen ser casos flagrantes de aprovechamiento de un concepto para tratar de impactar en los posibles futuros clientes.
Recuerda la web 2.0
El fenómeno del IA Washing no es nuevo en la historia de la tecnología. Un ejemplo similar y reciente se dio con la Web 2.0. Durante la transición hacia esta nueva etapa de internet, muchas empresas etiquetaron sus sitios web y servicios como “Web 2.0” sólo para aprovechar el boom mediático. En muchos casos, estos servicios no cumplían con las características clave de esta nueva web, como la interactividad, la colaboración y la creación de contenido por parte de los usuarios.
Eso creó una burbuja donde era difícil distinguir qué productos y servicios realmente aprovechaban el potencial de la Web 2.0 y cuáles simplemente utilizaban el término para seguir la tendencia. Fue tan grande que incluso aparecían restaurantes y peluquerías anunciadas como 2.0. Incluso en Lleida.
Impacto y Consecuencias
El IA Washing no sólo engaña a los consumidores, sino que también desvirtúa el debate sobre las capacidades y los límites de la IA. Eso puede llevar a una pérdida de confianza en la tecnología cuando los productos no cumplen con las expectativas hinchadas por la publicidad, porque los usuarios la pueden concebir como banal cuando, en realidad, no hay ni rastro de esta tecnología. Además, este fenómeno puede desviar recursos y atención de proyectos que realmente están innovando en el campo de la IA, haciendo más difícil para las soluciones genuinas destacar.
El campo de las inversiones es otro espacio con ciertas trampas, y es que un estudio reciente de la empresa OpenOcean alertaba de que las empresas que incluyen menciones a conceptos de IA en sus descripciones atraen entre un 15 y un 50% más de inversión que las que no lo hacen.
El IA Washing es un reflejo del deseo de las empresas de aprovechar el potencial de marketing que ofrece la IA, pero también destaca la necesidad de un escrutinio mayor y una comprensión más profunda por parte de los consumidores y las empresas. Así como pasó con la Web 2.0, es esencial que no nos dejemos llevar por la moda y nos aseguramos que la tecnología que se nos presenta como IA lo sea realmente. Sólo así podremos avanzar hacia una integración significativa y efectiva de esta poderosa tecnología en nuestra vida cotidiana.